sábado, 5 de septiembre de 2009

Viaje en el bar


Hago tiempo en el bar. Como siempre. Sólo que hoy tengo varias franjas de hacer tiempo y eso le da un tinte diferente. Son las cuatro de la tarde y estoy tomando un jugo de naranja no natural aguado de ésos que vienen en botellas pequeñitas y rinden tresmilochocientos litros y sirven en los cumpleaños de los chicos (Seguro es jesús el culpable de la existencia de esos jugos que se multiplican y se multiplican). Hay un bullicio enorme. Puedo escuchar las conversaciones y los chirridos de las sillas y de algunas mujeres que programan el avistaje del partido de hoy a la noche. No faltan pasar las jaurías de perros atados y de gentes atadas que intentan cruzar la calle desafiando el semáforo. Qué triste buenos aires. Lo más lindo que veo es esa palomita sola que picotea un poco de basura. Y el sol.

El sol ahí arribita se olvida de todo. O se acuerda de un poco, no sé. Algo llega hasta acá y lo llena de ternura. Lo vuelve claro y tibiecito. El jugo berreta con el sol se vuelve transparente y yo miro a través de él y regreso, otra vez, al río.

Un río naranja me envuelve y me olvido yo también de todo. Dejó de existir mi hacer tiempo de franjas y me fui. Aguantame. Te llevo un trago de jugo con sol así te venís conmigo. Queda abajo tu casa y también te envuelve el río.

(Y desde el aire yo digo, qué triste, buenos aires, lo más maravilloso que te veo esta tarde es esa palomita sola que picotea un poco de basura)

Y cuando caemos en la playa somos arena. Caemos bruscamente y el jugo se derrama, todo, todito se lo toma la tierra. Se lo toma y se llena de fuerza naranja atardecida. Empezamos a formar parte del mundo que calla. Y el río está ahí. Firme, celeste, amarronado con el sol gigante que se escapa y va dejando rosado a su paso, rosado, rojo, naranja, naranja...Y desaparece todo. Desaparece la noción de tiempo. Las distancias se vuelven invisibles y bajan las estrellas a la orilla y ese ruido, ese ruido que desvela es la maquina de café y el mozo que me dice:"¿Esta usted bien señorita?".

Y vuelvo a estar sentada en la mesa del bar de Avenida de Mayo y ya es hora de irme y no sé cómo paso el tiempo, y no entiendo cómo es que se pasa así el tiempo...

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