viernes, 4 de septiembre de 2009

Lluvia



En Concordia no me canso de respirar. Tampoco me falta el aire como acá. Concordia tiene ese olor a humo y a eucalipto y a naranja. Parece remedio para nebulización. Con pino, con frío, con perro, con grillo. Toda verde. Todo verde el contorno de la ciudad y la ciudad gris (como todas las ciudades).

Pero tanto árbol. Tanto hongo marrón en los caminos. Tanto agua y respiro. Y vuelvo a respirar. Y cierro los ojos. No hay sol. Hay mil nubes reprimiendo una lluvia desesperada. La siento. Siento que quiere nacer la lluvia y empuja y empuja. Pero todavía no es hora. Faltan preparar algunas cosas. (¿Cuánta dilatación tiene?¿Ya rompió bolsa?) La nube no aguanta más de dolor. Se retuerce de las contracciones. Deja caer algunas gotas. Ya salió la cabeza de la lluvia y llora, y empuja y empuja. Ahí viene. La lluvia. Y el olor ahora es más intenso. Y el humo se apaga, se hace vapor eucaliptado. Azahar mojado. Y respiro. Puedo respirar mejor que nunca. Y me gusta correr bajo la lluvia.

Busco encontrarte por ahí. Refugiado bajo un árbol. Y crecen las flores. Y esos hongos se transforman en casas y ahí te invito a vivir. Como en un cuento infantil, salvo que el lobo nos está esperando con la cena servida y una buena película en la televisión.

1 comentario:

  1. Que lindo isso. Que intenso isso. Que.. que. Muito. Muito mesmo.
    Parabéns.

    ResponderEliminar

anduvieron conmigo